<$BlogRSDUrl$>

25 de julio de 2008

Un cuento de Francisco Guzmán 



Francisco Guzmán
Macario (con perdón de Juan Rulfo).

Los alicantes son unos animales pintos; ey, de veras. Se arrastran igual que las víboras, pero no tienen ponzoña. Ahí andan entre los chirvitales. Les gusta chupar las ubres de las vacas pa’ sacarles la leche. Y hasta dicen que en la noche les da por meterse a las casas donde se imaginan que hay una mujer que da pecho y ahí se pegan; en mientras que al niño, para que no se despierte, le dan de mamar la pura cola. Serán mentiras, pero a lo mejor eso pasó conmigo. Ya ven cómo estoy de flaco. Porque dice mi amá que cuando yo estaba chico me la bebí toda a ella a fuerza de puro mamar, pero pos yo cuándo. Ha de haber sido el alicante. A mi apá, pos ya lo conocen, se la pasa burlándose todo el día de mis bracitos que son delgaditos como cámaras de bicicleta. Y si me quito la camisa, se me trasparentan los huesos. Ah, pero qué buena hambre tengo. Una vez me compraron que dizque unas vitaminas. Ah, pos más hambre me dio. Nomás se veía el altero de tortillas que iba echando mi ama y yo a puro dientazo, con mi plato de jocoque, a come y come. Desde que estaba chico me decían que no servía pa’ nada. Me enseñé a hablar como hasta los ocho años, y eso porque ya estaba cansado de aguantar tantas palabras que rebotaban y rebotaban en mi cabeza sin poder salir. Ahora sí, qué diferencia, hablo hasta por el pedorrillo, pero antes nomás se me caía la baba por la piocha. Antes era más menso: quería brincar una cerca y se me venían todas las piedras encima. Ahora ya soy más “inteligentudo”: cuando quiero pasar al otro lado de la cerca, primero la tumbo y luego paso. Antes me resbalaba con las cáscaras de plátano que tiraba la gente, ahora ya casi no salgo a la calle. Ah, porque la gente de allá afuera no está bien de su cabeza. Yo los veo, salen a prisa, pero a dónde van si de todos modos van a volver. Mi apá casi no sale. Se levanta temprano y se va al corral a ordeñar. Se me figura que mi apá ha sido viejo desde chico, porque casi siempre está de malas y la cara se le arruga. Nomás me ve y me quiere pegar, yo no sé por qué. Ahí anda tras de mí a cuerazos y no se está a gusto hasta que no descarga todo su coraje. Y yo digo que eso está bien, porque así se desquita y se queda muy en paz. Y luego pos a mí los golpes no me duelen. Por eso ha de ser que son todos muy considerados conmigo, porque me pueden estar golpeando y yo como si nada; nomás los miro como diciendo: a ver a qué horas se cansan. Luego ya al rato me levanto del suelo y me retiro muy quitado de la pena. “¿A dónde va, apá?” –le digo. “A Juárez, mijo” -dice él cuando sale. Luego regresa, y a veces me trae un montón de terroncitos de azúcar pa’ darle de comer a mi lombriz: una solitaria como de a medio metro que se me alojó en la panza. Don Chava, el de la tienda, dice que yo estoy zafado, que dizque porque mi amá y mi apá eran primos hermanos cuando se casaron, que por eso yo salí así de tarado, pero estoy muy contento con mi modo de ser. Hay veces que me acuesto y me pongo a ver las nubes. Y de a tiro me imagino que ando volando y que todas las nubes tienen forma de mujer con pezones grandes y yo me les apechugo pa’ sacarles la leche. Hasta que viene mi apá y me agarra a cintarazos. Dice que me voy a quedar “ciego de la vista” si sigo haciendo esas cochinadas. Yo digo bueno; entonces voy y me paro en un banquito para trepármele encima a las vacas, pero a mi apá eso tampoco le gusta, nada le parece, dice que voy a agarrar una de esas infecciones que les da a las vacas locas. “Nomás falta y me vayas a preñar una de estas vacas” dice él, ya me imagino yo siendo papá de un gueyecito que tenga mi misma carita. ¡Qué bonito! Que no, que eso no se puede, que quién sabe qué, que Dios no lo permite y yo digo; bueno y por qué no, la lucha le he de hacer, pero en fin. Y vaya que tengo líos con la gente, como la vez que iba a venir al pueblo el presidente Calderón, que se deja venir uno de esos “helicóteros”, bueno yo no sabía qué cosa era, y dije, ¡válgame Dios! Pos como nunca había visto yo cosa igual, se me figuró que era un pajarote que batía sus alas a toda velocidad y que salgo yo con un puño de maicito a aventárselo a ver si bajaban al patio pa’ agarrarlo a resortezazos, pero nada que bajó, luego ya supe porque me dijeron que era un “helicótero”, pero se me hace que han de ser puras mentiras. Mi apá casi nunca me platica, pero ese mismo día que vino el presidente Calderón a Arandas lo vi mortificado. Que me dice: mira mijo; hasta da coraje que venga ese tal presidente. ¿A poco viene a entregarnos cuentas de por qué han subido tanto las cosas de comer? ¿O a qué jijos viene? Yo nomás me quedé pensando, puede que tenga razón mi apá. Bueno, pos que me voy por la escopeta y la retaco de pólvora y municiones. Y dicho y hecho, que veo venir otra vez al pajarote y que le suelto un escopetazo. ¡Nombre! Al poco rato que se arma un escandalazo. Ahora andan diciendo que yo quería matar al presidente. Y me andan preguntado los soldados que si yo maté a Colosio o a sabe quién. Yo nomás les digo: miren, péguenme todo lo que gusten; que al cabo ni me duele.

8 de julio de 2008

Festival en Cuba 

http://www.festivalpoesia.cult.cu/pages/convocatoria/con2008.htm

This page is powered by Blogger. Isn't yours?