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19 de octubre de 2009

Injusticias mexicanas, pobres de mis compaditos. 

Es que la verdad da mucho coraje que la injusticia gane siempre. No crean que en otros países es diferente, es lo mismo.

LO QUE NO SE DIJO SOBRE EL ACCIDENTE DE CHEMA TEJEDA

POR FRANCISCO GUZMAN


La pregunta obligada: ¿Qué estaba haciendo a esa hora en aquel paraje solitario, el grupo de muchachos alumnos de la Casa de las Artes? Nadie imaginaba lo que iba a suceder. Habían ido allí a lo que comúnmente llaman una lunada, es decir, charlar y mirar la luna mientras arden los leños en la fogata. Ya iban de regreso del convivio. Eran más o menos las 11 y media de la noche del sábado 19 de septiembre. Estaban levantando el alambre de púas para pasar entre el terreno y la carretera. Se encontraban como a 15 metros de distancia de la curva conocida como la herradura, ubicada ésta a 8 kilómetros de Arandas, por la carretera a Martínez Valadez.

No hubo tiempo de nada. Estaban en el sitio equivocado, a la hora trágica y exacta. Un minuto antes o un minuto después y no hubiera sucedido nada. De pronto vieron venir a la deriva las luces de un vehiculo que, inexplicablemente, a una gran velocidad, y sin siquiera intentar maniobrar la curva, se precipitó en línea recta por encima de ellos arrollándolos. Después de eso el vehiculo siguió su frenética marcha entre las piedras de la ladera, hasta quedar volcado con las llantas hacia arriba, los faros encendidos y el estereo a alto volumen.

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Irma y la maestra Gloria intentaron levantarse pero no pudieron, tenían las costillas rotas y múltiples contusiones. Yolanda sintió que el espejo de la camioneta la había golpeado en el rostro. Noé, sin medir las consecuencias, se incorporó, preguntó como estaban todos e intentó dirigirse a donde, ladera abajo, se encontraba el cuerpo aun con vida, del sujeto causante del accidente. Noé no pudo continuar a causa de los golpes internos. En cuanto a Silvia y a Ruth, quienes sufrieron sólo raspones, la una salió a pedir ayuda en la carretera, mientras la otra intentaba prestar auxilio al maltrecho conductor causante del accidente. El hombre aquel había salido disparado del vehiculo y se encontraba prácticamente moribundo, sus últimas palabras fueron para pedir auxilio, de modo que cuando llegó la ambulancia ya había muerto. Más tarde se sabría que se trataba de quien en vida llevó el nombre de José María Tejeda; personaje bastante bien conocido en Arandas. Había sido diputado federal y actualmente ocupaba un cargo en la SEP. Aunque se le practicó la autopsia, oficialmente no se supo nada acerca de las causas que lo llevaron a accidentarse. El peritaje no reportó que el occiso haya bebido una copa, así que oficialmente se descarta que hubiese estado alcoholizado, (qué curioso). Finalmente, como suele suceder en estos casos, a nadie le interesó llegar a fondo; quizás para no empañar su imagen pública. Tampoco se pudo encontrar el teléfono celular del finado ni se hallaron en el lugar indicios de que, una vez llegado a la curva, el conductor hubiese hecho algún intento por frenar el vehiculo o aminorar la marcha. Se tuvo cuidado de retirar del sitio, con celeridad, los restos de la camioneta marca Nissan X-Trail que conducía el finado.

Por su parte, los medios de comunicación optaron por resaltar la importancia política del personaje y el hecho de que el gobernador hubiese asistido a los funerales, relegando a último término el estado de salud de las víctimas. La gente del pueblo, como es costumbre, y ante la falta de información, había hecho circular un sin fin de versiones que harían palidecer la imaginación de un escritor de ficción.

Para quienes somos familiares de las víctimas: hablo de Gloria, Noel, Irma, Silvia, Yolanda y Ruth; -Porque tienen nombre-, lo único que podemos decir es que hemos pasado de la frustración al dolor y a la impotencia. La señora Alma Rosa Lozano, viuda del finado, prometió hacerse cargo de los gastos. Pero tres días después, al parecer luego que tuvo contacto con el representante de la aseguradora Imbursa, cambió su postura; nos dijo que confiáramos en el seguro; pero que a ella no le pidieran dinero. ¿Consecuencia? Ahora ni la aseguradora ni la familia Tejeda quieren rembolsar los primeros gastos por atención médica de emergencia que tuvieron que ser pagados por los familiares de las víctimas, unos 150 mil pesos. Da coraje todavía que digan que fueron los muchachos quienes se le atravesaron al señor Tejeda, si la sangre de estos y las huellas del impacto, según la averiguación previa, estuvieron a 15 metros del asfalto.

Cuando el abogado de la aseguradora, (ya se imaginara usted, un verdadero tiburón de la abogacía,) se puso en contacto con nosotros, nos puso entre la espada y la pared; dijo que si no firmábamos un papel que se llama “perdón”, no nos darían atención médica. Así que no nos quedó otra que firmar. El documento a la letra establecía: “es mi deseo otorgar el perdón legal a favor del señor… y a la sucesión, por las lesiones con que yo resulte, ya que me siento reparado del daño a mi más entera satisfacción.” Ya firmaste, ya te fregaste; así funciona esto. Y para colmo, le pagamos a un tal licenciado Saúl Aguilar para que nos “defendiera”, pero resultó ser un estafador, ya hasta con averiguación previa por fraude.

A partir de entonces ha sido imposible hacerle ver a la familia Tejeda que no es suficiente con la atención médica. Pero hasta ahora la postura de la Familia es la de no desembolsar un sólo peso por los daños ocasionados. Mientras tanto, Irma, Gloria y Noé, más allá del dolor por las fracturas, la pérdida de órganos y las operaciones a las que se han sometido, tendrán que pasar varios meses incapacitados. Sin contar, por ejemplo el caso de Irma que quedó con severas lesiones en la columna, ¿Podrá ella alguna vez desempeñar su trabajo como antes? ¿Y quién verá por su familia? ¿Ni modo que Seguros Imbursa, si su tarea es la de amparar legalmente al cliente de la póliza, así como a la sucesión del finado?, para eso está diseñado el documento que llaman “perdón”.

Silvia y Ruth, que supuestamente no les pasó nada en el accidente, están recibiendo por su cuenta atención psicológica; tienen pesadillas en las que ven venir encima las luces de una camioneta. Durante toda su vida no lo olvidarán. Yo, por mi parte, como compañero de la maestra Gloria, creo que el verdadero perdón no es el que se firma ante el ministerio público, el perdón sale del corazón; toda vez que se ha reparado el daño. Por eso creo, hoy está en entredicho la honrradez de la familia Tejeda. Es fácil decir ante la sociedad: “estaremos al pendiente de las víctimas”, otra cosa es hacerlo.

Dicen que Chema Tejeda era un hombre bueno y derecho, hay quienes afirman lo contrario. Yo no lo conocí, pero aun así, y aunque no soy católico: donde quiera que usted esté, por el dolor y las angustias que le ha ocasionado a mi familia, lo perdono. Descanse en paz.

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