25 de marzo de 2004
Caminamos sobre la calle empedrada, hacia arriba nos esperaba el tinacal y la voz que emerge lenta como un gusano recordándonos la miseria de nuestros sueños. Un pulque de punta para tres cuadras y al suelo, a platicar con las hormigas que comen un lombríz muerta y de ahí sorprendernos con la llegada del crepúsculo y la luna.
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