29 de marzo de 2004
Se encierra dentro de su abismo, apenas respira para dejar de sentir el cosquilleo de su cuerpo, de sus sueños entrecortados por las llamas oscuras de la noche, por las alas del ángel o demonio que llega desde las cloacas a seguirlo. Se cubre con la manta del frío, intenta mover, sin ruidos, su mano dercha y no responde, respira detenidamente como si bebiera a sorbos el aire y se escucha, escucha como sus pulmones se llenan y contiene el carbono. Un grito en la calle lo estremece. Suelta el aire y está apunto de gritar cuando sobre su rostro alguien cubre con su mano los labios. La oscuridad lame sus ojos y el viento se detiene sobre su piel consunida llama de la muerte.
Comments:
Publicar un comentario