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3 de noviembre de 2004

Hoy es uno de esos días en que la memoria no deja de rondar por el pasado, un pasado remoto que creí olvidado, tachado definitivamente, hecho trizas. Y sucede que despierto pensando en un hombre que no tiene rostro y sin embargo es tan claro como la luz del sol sobre el agua, su voz y sus manos me dicen hasta pronto y muy dentro, allá en la oscuridad de mis latidos sabía que era un adios definitivo.Lo vi partir y no tuve la fuerza para ir con él, ni para pedirle que se quedara, lo vi partir en su coche nuevo como si fuera un extraño, con una frialdad que no me explico, que quizá nunca tenga respuesta. Sin embargo me qudé atrapada en el suelo, clavada en el asfalto mientras arrancaba y daba la vuelta al coche y al mismo tiempo giraba totalmente lo que era mi vida, allí como si fuera un árbol en otoño surgieron unas lágrimas lentas y seguras, unas ´gotas que serían el preámbulo de un largo luto, de un largo silencio aturdido con fiestas, hombres y alchol.
Nunca supe más de él hasta esta mañana en que desperte pronunciando su nombre. Y hoy tambiíen desperte con un nudo en la garganta, con el pié izquierdo, diría mi abuela.


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