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4 de diciembre de 2004

La semana pasada conocí a una de las primeras Chinas que aprendió la lengua española y con el transcurso de los años se convirtió en una de las traductoras más prestigiadas de La República Popular China, ella es maestra jubilada, nuestro encuentro tuvo lugar en el edificio remodelado de la Facultad de Español de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Beijin, su alegre sonrisa, sentido del humor y conocimiento de México me cautivó, digamos que por un lado me intrigó y por otro no pude evitar el deseo imperioso de ser su amigo.
Chen Chu Lan, era una joven que estudiaba Francés, China estaba en construcción y la educación de sus jóvenes era parte fundamental de su desarrollo, las condiciones de los dormitorios eran precarias, una docena de jovencitas en un sólo cuarto, sin comodidades y con un baño compartido por centenas de estudiantes eran su cotidianidad, en el invierno el frío atravezaba las paredes como si fuera un puñal y ellas, se cubrían con sus pequéñas mantas y prendiendo una deficiente estufa que cudaban de turno en turno para no provocar un accidente, Chen tenía apenas 17 años, de estructura sumamente delgada y de cabellos largos hasta la cintura, Chen se desvelaba estudiando, era brillante en su aprendizaje, por ello sus profesores la propusieron como candidata para participar como traductora en la Cumbre por la paz, sin embargo la promovieron para ser traductora de español.
Fueron tres los que iniciaron la empresa, un Chino que sabía un poco de español, Chen y otra compañera de ella del departamento de francés, los tres ayudados por un Chileno, estudiaron durante 20 días para ser traductures en la cumbre, fueron 20 días en los que cada hora era fundamental, 20 días de encierro aprendiendo palabras y más palabras para poder servir como traductores, ella recuerda con emoción ese momento, lo recuerda y le brillan los ojos y sunrisa se expande y el orgullo surge de una realidad que ya pasó, pero que está ahí, fulgurante en sus alumnos que ahora son embajadores de China, funcionarios, maestros de espaól y los traductores que permiten que las las letras hispanas puedan ser leídas en Chino.
Ella es mi amiga Chen, la que después de darme sus conocimientos sobre la historia del español en este país, me invitó a su casa y luego a cenar un delicioso pato laqueado, servido con tortillas de harina, cebolla, pepinos y una salsa de soya verdaderamente deliciosa.

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