8 de noviembre de 2006
EL MÁS CÍNICO I
Una noche, después de hacer el amor le dijo: tengo una novia, no eres tú.
El más cínico, el que es capaz de decirte fue especial, es mío aquello que vivimos, acá entre nos le digo que esa manera de decir las cosas que a cualquiera le pareciera franqueza, se agradece, pero ha lastimado con esa cualidad una y más veces, aún lejos de usted, sus palabras son bálsamo y ponzoña, parece que nos se da cuenta que detrás de esa mujer que camina sola y parece independiente, habita también la fragilidad, una fragilidad que ha ido acumulando cicatrices y sabe, no me gusta hablar sobre mojado, porque por las noches, cuando nadie me ve trapeo las lágrimas que voy dejando cada día. No, usted dejó de interesarme el día en que descubrí su cinismo, cuando sus labios se abrieron y dijeron hay otra, que sepas que mientras te hago el amor hay una mujer a la que paseo del brazo, que todos conocen, un día de estos te lo van a decir y yo, no pude decir nada, no pude decir nada porque era más el dolor que el coraje, porqué no entendía nada, porque no podía creer que usted me maltratara. Esa noche supe que usted y yo no estaríamos juntos y esa noche llore, llore por dentro sabe, porque junto a mi estaba mi abuela y mi tía y no quería que nadie descubriera mi tristeza, y la escondí hasta de sus ojos y sus vestes, la escondí tan adentro que ahora cuando sale suena a risa este reclamo y por supuesto nunca llegará a usted, porque está muy lejos, muy allende del oriente donde el sol alumbra más. Esa noche me aleje de usted con la cabeza, pero a mi corazón no le querías negar sus besos no a mi cuerpo sus noches, pero no, soy una mujer de absolutos y no me funciono eso de querer ser la comprensiva, la amante, de eso usted no tiene culpa, solo el amor, que como dicen duele, no soy la comprensiva, son una mujer de absolutos o todo o nada y cuando lo descubrí, estaba en otros brazos, no olvidando, no creo que se olvide en otros brazos, otros brazos te acarician y disfrutas, no piensas los haces tuyos, te vas con ellos. Y hoy cuando leo un poema, cuando hago poema sus palabras, sólo quiero decirle que esa noche comencé a irme y aunque tarde un rato y aunque sus palabras son como una caricia, no hay regreso, se que no se atrevería a pedirlo, o quizá su cinismo lo permita, sé también que estas palabras van al aire, como muchas palabras que yo escribo.
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